
El aumento de la corriente a 50 mA o 100 mA puede generar: desmayos, dolor, agotamiento e incluso fibrilación ventricular. Los pacientes más susceptibles a estos riesgos eléctricos en hospitales son los que tienen conductores externos, como catéteres.
El mayor riesgo es para los pacientes que son operados en la cavidad torácica. El de diferentes dispositivos que se vuelven un conductor directo entre el cuerpo y la corriente puede generar electrocución.
Otros pacientes susceptibles a la corriente son los adultos con arritmias cardiacas, pacientes con niveles elevados de la hormona catecolamina, hipoxemia y la presencia de digitálicos. El uso inadecuado de marcapasos conectados directamente al miocardio también puede ser un riesgo eléctrico.
Con relación a los bebés y niños, estos al tener menor masa generan poca resistencia a la corriente, por tanto, tienen un riesgo alto al choque eléctrico. El nivel de peligro para los pacientes con conexión eléctrica a su corazón es alto. Los niveles de riesgo pueden estar entre 10 microamperios a 180 microamperios. La resistencia que puede existir entre el corazón de un paciente y las partes externas del cuerpo están alrededor de los 1000 ohms.
Tanta información nos lleva a la conclusión de que el paciente esta expuesto a un ambiente con riesgos eléctricos muy altos. El conjunto de: resistencia del cuerpo reducida, equipo eléctrico y conductores (sangre, orina, sales, agua), genera una combinación letal para los pacientes. Es por esto, que se debe aumentar la seguridad eléctrica en los hospitales.