A continuación veremos cuáles son los avances más significativos, algunos etapas de diseño, construcción y otros que ya son una realidad.
Este año Guillermo Guillermo Tearney, un ingeniero del Hospital General de Massachusetts (MGH) en Boston, está desarrollando unos dispositivos muy pequeños que pueden usarse para inspeccionar el intestino.
Se trata de unas cápsulas tragables que contienen microscopios conectados a una correa delgada y flexible que proporciona energía y luz.
Reducción del riesgo neonatal
Un bio-ingeniero de la universidad de Stanford creó una prueba de sangre simple que permite detectar si una madre entrará en labores de parto antes de tiempo.
Este avance sólo tendrá un costo de 10 dólares y evitará la muerte de muchos bebés que nacen de forma prematura.
Vacuna anticáncer
Desde el 2017 la firma BioNTech comenzó a realizar pruebas de esta vacuna con Genentech.
Sus avances ha permitido la producción de linfocitos T citotóxicos que combaten las células cancerígenas mutantes.
Electrocardiogramas portátiles
Este tipo de exámenes especializados permiten detectar oportunamente ataques cardiacos o derrames cerebrales.
Las nuevas tecnologías permiten el desarrollo de un dispositivo de muñeca que está siendo creado por AlieveCore.
Impresión en 3D
Este avance de tecnología que ha sido clave para otras áreas como la ingeniería y la arquitectura, comienza a aplicarse en las ciencias de la salud.
Gracias a ella es posible crear prótesis de bajo costo, piel sintética y prototipos de órganos.
Nanobots
Pueden ser grandes auxiliares, gracias a su “nano” tamaño pueden introducirse en el torrente sanguíneo y actuar en reducción de tumores, facilitando diagnósticos de enfermedades o llevando medicamentos específicos a órganos complejos.
Este fue un año grandioso para los avances tecnológicos en la salud pública, y es que cuando la tecnología y la medicina trabajan de la mano, avanzan a una velocidad vertiginosa.